Las sombras que proyecta el ficus sobre la hierba parecen pequeñas nubes oscuras que bailan según el antojo del aire. El verde está dando paso al amarillo y el amarillo representa a la vejez prematura captada en los limites rocosos de un pequeño jardín. Una mujer corre y vierte el contenido de una cubeta con el impulso que la precede. El pasto vuelve a brillar por un instante añorando el rocío. Las gotas son su espíritu y su risa. El viento, suave por momentos, intenso en otros, va delineando un escenario apacible.
Como en el acto de escribir, la naturaleza dicta sus versos y ordena los días.
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