lunes, 6 de febrero de 2012

Una Ética de la paz


Hace unos días, a raíz de este Ensayo, le pregunté a alguien cercano cual consideraba que era la relación entre Ética y Política. Me respondió que era la de un Divorcio.

No ahondé más en el tema, ni siquiera le pedí que me explicara su repuesta. Preferí desentrañar solo la metáfora. Así encontré una pista: la aparente necesidad de convivencia de la especie humana se suele resquebrajar con el tiempo como si inexorablemente siempre se antepusieran los intereses personales al Bien Común.

Entonces las preguntas se empezaron a desprender por sí solas; ¿Qué es el bien Común? ¿Quién lo define? ¿Cómo le damos valor absoluto a algo si cada ser humano tiene naturalmente un sesgo, un enfoque único, particular? ¿Hacia adonde apuntar si desconocemos, más allá del alivio que nos da la religión , el fin último de la vida, su razón de ser?

Lo que diferencia a un Matrimonio feliz de un Divorcio, - interpretando libremente a Erich Fromm en “El arte de amar” - es que el primero se sostiene en estructuras cimentadas en el centro mientras que el Divorcio es el resultado de hacerlo en la periferia, es decir en el extremo más volátil del comportamiento humano. Inmediatamente aparece otra pregunta: ¿Qué es el centro?

Para Fromm el amor verdadero no tiene nada que ver con el amor romántico que nos venden los medios y la propaganda, más bien es la consecuencia natural del desarrollo de una facultad. El amor romántico es un objeto, un bien de consumo, algo transitorio que solo sirve en función del ego, del reconocimiento social y de lo superficial, lo pasajero: el dictado de la moda o de un sistema hambriento de seguidores convencidos de que eso es lo que se quiere de la vida. El amor verdadero por otro lado se va erigiendo poco a poco como una escultura a la que solo se le puede valorar con el tiempo, al tomar distancia. Es algo que nunca termina de formarse pero que es en si misma su razón de ser: el proceso, y el esfuerzo en el proceso, como un acto de amor.

Esto último me lleva a separar al Placer de la Felicidad; el corto plazo del largo plazo; lo antojadizo, la carcajada fácil, lo fugaz y el alivio momentáneo, de lo estable, de la sonrisa constante, de lo paciente, de la paz.

¿Entonces la Ética y la Política pueden llegar a ser un Matrimonio feliz? ¿Se pueden sembrar estas cualidades del amor en el terreno Político?

Creo que la clave está en aceptar la idea de Paz como el Bien Común. Más allá de toda interpretación teológica, espiritual o metafísica. Buscar el camino que conduzca a la Paz individual y social es la solución intuitivamente más clara y más pragmática que se me ocurre ya que cuando un individuo se encuentra en un estado de Paz, es decir de relajación, de distensión; la alegría, la tolerancia, la solidaridad y la felicidad brotan automáticamente para bañarlo todo de una reconfortante esperanza.

La Ética y la Política germinadas con las semillas de la paz, cultivadas en el centro, abanderadas del Bien Común, confluirían lejos de la periferia en un Matrimonio feliz. ¿Quién va a querer apartarse, quién va a querer abandonar algo o a alguien que le produce esa sensación tan dichosa, refrescante, revitalizadora y tan difícil de hallar – o mantener - cómo lo es la Paz? ¿Habría alguien, en perfecto ejercicio de la razón, que este dispuesto a divorciarse de aquello que hace de su vida una experiencia más plena y más feliz?

***

El Perú, desde mi punto de vista, es cómo un niño de seis años al que se le exige que de buenas a primeras llegue a la adultez, saltándose la primaria, la pubertad y la adolescencia. Somos un país en crecimiento, que está desarrollando sus capacidades, reconociendo su identidad, forjándose, aprendiendo en cada resbalón a pararse por si mismo. Para eso tienen que haber golpes, caídas, llantos, decepciones, y también esfuerzo, triunfos y satisfacciones. El reto está en dejar que ese niño recorra su camino, que aprenda de su propio proceso, que alcance la madurez con confianza, con conciencia y autenticidad y no llegue resquebrajado, débil, a la meta.

Para eso solo nos queda ser ejemplos vivos de nuestro país, generar a partir de la empatía una ética de la Paz, buscar los puntos intermedios y resaltarlos. Desechar la idea cortoplacista en la que el hombre es lobo del hombre y tender desde cada una de nuestras trincheras puentes para reconocernos siempre en la mirada del otro; reconciliándonos con el centro, descartando la periferia.

(Ensayo para la admisión en la UARM del diplomado en Filosofía con mención en Ética y Política. 1/2/2012)

3 comentarios:

dres dijo...

mira donde te encuentro mi estimado alfredo, por cosas e la vida estuve desconectado de tu ex blog (demasiado trabajo ) no se si este es el sitio adecuado para escribir todo esto pero bueno.. sigo buscando novia! recien hoy vi que habias dejado el blog y me dio pena :S

en fin voy a la cama tengo trabajo mañana y tengo que hacer varias cosas tambien!

te dejo mi email andresrsrz@gmail.com

atte dres :)

Anónimo dijo...

Locadio, después de leer tu ensayo estoy seguro que no te admitieron en la UARM. O mejor aún, que te admitieron con honores, como uno de sus pupilos de futuro brillante. En fin, para el nivel de filosofía que tenemos hoy, ambas cosas dan lo mismo. ja ja ja.

Pero ya en serio, ¡No has dicho nada sobre ética y política guey! Es un monologo subjetivo que transita la superficialidad que brota de tu existencia bohemia (para que veas que si te leo).

Ta que, lo más seguro es que obtengas tu titulo de filósofo. Felcitaciones.

K:-)

alfredo rusca j. dijo...

Bueno, teniendo en cuenta que con algo se empieza vale el esfuerzo. Te dejo el link al último ensayo del ciclo convertido en artículo (sin dejar de tener el tono de ensayo), derrepente lo encuentras un poco más a tu gusto:

http://elcazadordeconejos.lamula.pe/

saludos
a.