viernes, 18 de noviembre de 2011

los rockstars mueren de pie

ya no hay de que escribir


el facebook apenas me da la respuesta, cuanto menos algo de aliento, una señal. un ensayo fácil. hay una línea sobre el pavimento que coloca la morada de los dioses y las orillas del aqueronte en veredas opuestas, y también los trece del gallo deambulan rumeando una gesta en ciernes. hay un alma en pena que recorre esa misma línea longitudinal sin animarse a tomar partido; las miradas lo tienen hecho una coladera, aunque sea del espejo la contemplación se asemeja a un juicio popular

dedícate a escribir retruca el fantasma, la hora crucial sucede en el día de los muertos. y nuevamente el facebook: si quieres tu libertad trabaja sobre tus miedos. ¿cómo se hace eso? y un ventarrón se estrella en la calzada esparciendo la línea de cal. punto. ese no es el punto

aprenderán, dice el fantasma, a entender, insiste la conciencia. voy tarde para una entrevista. acaso puede ser tan inútil pedirle paciencia al impaciente?

en los últimos meses post blog ha emergido de entre la bruma limeña una antigua conspiración familiar que ha colocado – una vez más – el dedo sobre la llaga. el asunto es la historia de una oveja negra al que se le achaca un ocio o una procastinación de dimensiones tan incomprensibles como lo puede ser platón para quién no carga el amor por la filosofía o lo que es a un incrédulo el ensimismamiento frugal de un anacoreta

incomprensible, pero no de una forma manifiesta, o intolerante, sino incomprensible desde una posición pragmática. consecuencia del mismo pensamiento que comparten la gran mayoría de los que conozco y la que los hace presionar los botones en función de una sola inquietud: el dinero

dice un amigo escritor que el universo, o los dioses, juegan a arrojar a los hombres como fichas sobre un tablero ligeramente descentrado para que así nunca caigan donde corresponden. que esa anomalía se convierte en la razón de la vida: hallar el lugar al que perteneces

a mi el dinero me vale un pito y me importa un huevo. no es para menos la contradicción, siendo el hijo consentido de una familia con recursos al que más tarde que nunca se le ha revelado una vocación literaria y un corazón disidente. enmendar el rumbo es cuestión de elección y nada aquí es excluyente

a arrear las bestias por donde ruge el río, que si la mano tiembla es que no está pa cirugías. así se intuye la gesta, con paciencia. al resto: sonrisitas, oídos sordos y el dedo medio (bonilla street, primavera del penúltimo año)

1 comentario:

Milagros dijo...

Me quedo con :
Enmendar el rumbo es cuestión de elección y nada aquí es excluyente